HISTORIA DE LEDAÑA

El nombre de nuestra localidad de Ledaña parece derivar de la palabra “limitania”, palabra procedente de la palabra latina “limes”, que significa límite, es decir, limitánea hace referencia a un linde o límite de tierras. La palabra “limitania” habría evolucionado en “lemitania”, “letania”, “ledania” y, en último lugar, en Ledaña, surgiendo así en este momento el nombre actual del pueblo. Aun así, existen detractores de esta teoría los cuales defienden que esta evolución sería irregular, por lo que Ledaña provendría verdaderamente de “Litania”, un adjetivo céltico que se entiende como amplia o extensa. Otras teorías hablan de que el nombre provendría del término aledaña, por la ubicación del pueblo “al lado” de un arroyo; con el tiempo la primera vocal se perdería por aféresis. Por tanto, no existe una teoría categórica y unificada sobre el origen del nombre de esta nuestra localidad.

Los vestigios más antiguos relativos a la historia de nuestro pueblo los encontramos ya en la Edad del Bronce, periodo en el que se desarrollaría la Cultura de las Motillas, en un área donde estaban comprendidos los terrenos de esta nuestra localidad. La Cultura de las Motillas se caracteriza por la construcción de las llamadas motillas, las cuales dan el nombre a la misma cultura. Estas motillas son fortificaciones de planta central construidas sobre terrenos llanos, las cuales cuentan con una torre y diversas líneas de murallas circulares concéntricas construidas con mampostería. En ellas se almacenaban los recursos agrícolas producidos fruto de las actividades económicas, por ello, estos grupos se situaban cerca de zonas de aprovisionamiento de agua (como el arroyo de nuestro pueblo), las cuales controlaban mediante esa torre de la que hablábamos anteriormente.

Posteriormente, en la Edad del Hierro, el lugar sería ocupado por asentamientos del pueblo celtibérico de los Olcades, un grupo celtibérico que se ubicó en la provincia de Cuenca.

Una vez ya en la Edad Antigua, la zona sería ocupada por cartagineses y romanos, los cuales dejaron influencias en la localidad todavía aparentes, como el nombre de la misma, que ya hemos comentado, o evidentes vestigios como una inscripción, una calzada y un puente romano, los cuales todavía se conservan en pie en este nuestro municipio.

Durante la Edad Media no existen demasiadas noticias respecto a los habitantes de estas tierras. Como gran parte de la península, el territorio de Ledaña quedó en manos de los musulmanes, fruto de la conquista iniciada en el 711. En este sentido, bajo el dominio musulmán, podemos encontrar referencias a una batalla librada por el califa Abderramán III contra los moradores de Ledaña. Con el paso de los años y el avance cristiano, Alfonso VIII conquistó diversas plazas almohades cercanas a nuestra localidad, entre ellas Cuenca (1177), Alarcón (1184) e Iniesta (1186). De esta forma, Ledaña quedó en el límite entre los reinos cristianos y el poder musulmán, quedando así marcada por el contacto entre ambos pueblos. Así, como frontera natural entre cristianos y musulmanes, se mantendría hasta el 1212, cuando se daría la batalla de las Navas de Tolosa. Mientras tanto, por la zona oriental limitaría con el Reino de Valencia hasta 1239, año en el que se daría la incorporación de Requena por parte del rey Fernando III.

Bajo el dominio cristiano la zona fue repoblada mediante asentamientos legitimados por el Fuero de Cuenca. Aunque, al poco tiempo, en 1240, este nuestro municipio pasó a formar parte del Marquesado de Villena, como aldea perteneciente a Iniesta, algo no demasiado sorprendente ya que desde la caída del Imperio Romano la historia de Ledaña había estado muy vinculada a la de Iniesta. Esto fue así hasta que desde finales del siglo XVI Ledaña comenzó a reivindicar su emancipación respecto a la misma Villa de Iniesta, la cual se daría oficialmente el 30 de diciembre de 1704, tras muchos años de lucha. En esta fecha Felipe V otorgaba a Ledaña la separación administrativa y judicial de la Villa de Iniesta.

Esto no fue un suceso único, sino que responde a un contexto favorable donde poblaciones como El Peral, Minglanilla, nuestra localidad de Ledaña, El Herrumblar, Villalpardo, Villarta, Villamalea, La Graja, El Castillejo, Quintanar, Madrigueras, Casasimarro, Campillo, Sisante, etc., se separaron institucionalmente de Alarcón, Iniesta, Villanueva de la Jara, Motilla, Vara de Rey o Jorquera.

Más tarde, la Villa de Ledaña empezó a desarrollar una importante actividad económica en el sector primario, que se mantendrá hasta la contemporaneidad. Así, grandes terrenos cultivados de cereal, legumbres, azafrán, olivos, almendros y viña crearon la necesidad de construir diversos molinos de aceite y harina (alguno todavía se conserva), una fábrica de alcohol, bodegas de vino, almacenes de cereales, etc. Todo esto llegó a crear una importante necesidad de mano de obra, la cual hizo que Ledaña llegase a superar los 3.000 habitantes.

Pero ya en nuestra historia reciente se dio uno de los fenómenos que marcaron Ledaña para siempre. Así, en la década de los años 60, al igual que en muchas otras zonas rurales castellanas basadas en el autoconsumo agrícola y ganadero, se dio un éxodo rural que afectó de forma notoria. Un importante contingente de población marchó de Ledaña a las ciudades para buscar trabajo en otros sectores, ya que la mecanización del campo con la introducción de los tractores produjo un excedente de mano de obra en el sector agrícola. Por ello, muchos habitantes marcharon en busca de nuevas oportunidades, un fenómeno migratorio que dio lugar a un despoblamiento de la comarca, la cual perdió casi un 40% de su población.


HISTORIA DEL ESCUDO

La Heráldica, esta forma de representación cultural de Occidente, se origina en el periodo histórico que se conoce como Plena Edad Media (ss. XI-XIII), con unas sociedades de frontera volcadas en la guerra. En este contexto los caballeros comenzaron a adoptar dibujos o símbolos en sus escudos de armas como algo distintivo en el combate, pero también en los torneos cortesanos y las justas. En el caso de España, esta heráldica comenzó a extenderse en el contexto de la Reconquista, fruto de las cruzadas. En el siglo XII los escudos pasaron también a formar parte de elementos de distinción entre linajes, los cuales se heredaban. Así, durante centurias, tener un blasón propio se convirtió en un elemento clave, en un símbolo de prestigio y éxito social con el que se identificaban las familias de poder.

Pero el escudo de esta nuestra localidad de Ledaña forma parte de la Heráldica civil, más concretamente de la Heráldica municipal, que es la más variada. Esta, al igual que la heráldica gentilicia comentada anteriormente, aparece en la Edad Media, aunque su origen y finalidad son distintos. En España, conforme la Reconquista avance, los reyes castellanos, leoneses o aragoneses van a conceder distintos privilegios a los habitantes de las poblaciones reconquistadas o creadas en los dominios arrebatados a los musulmanes, para premiar su apoyo y asegurar el asentamiento de estas zonas fronterizas ofreciendo condiciones ventajosas. Ledaña se encuadraba en este tipo de población como franja natural entre dos bandos, el cristiano y el musulmán. Como hemos visto anteriormente en la historia del pueblo, Ledaña entraría dentro del Fuero de Cuenca.

Entre los privilegios que conceden estos reyes aparece frecuentemente la capacidad de usar un sello o “sigillum”. Estos sellos en un inicio no tendrían las formas que actualmente encontramos en los escudos, pero tendrían un papel importante como representación simbólica de la localidad y sus documentos. En Castilla-La Mancha encontramos sellos municipales muy antiguos, de origen medieval, aunque este no es el caso del de Ledaña, ya que como veíamos también en la historia del pueblo, este era una aldea dependiente de la Villa de Iniesta.

De esta forma, el escudo aparecería en el momento en el que la mayoría de los municipios adoptarían su escudo municipal, en el siglo XIX, a raíz de las diversas disposiciones legales que se dictaron para regular el uso de los sellos municipales. Así, desde 1837, en el momento en el que se abolieron los señoríos, se dictó la obligación de que las localidades contaran con su propia heráldica, con su propio escudo municipal. Debemos recordar que por esta fecha Ledaña ya tenía capacidad de hacerlo, tenía capacidad para adoptar su propio escudo, ya que era una villa independiente tras su emancipación de la Villa de Iniesta un siglo antes, en el año de 1704.

Una vez entendida la historia de nuestro escudo, debemos hablar de su diseño singular. En cuanto a la forma exterior, el escudo municipal de Ledaña tiene una forma rectangular con la base redondeada. Este es un modelo muy típico y extendido por toda España desde la entronización de los Habsburgo en el siglo XVI, de hecho, nuestro escudo nacional actual guarda la misma forma. Pero el escudo de Ledaña no aparece coronado por la Corona Real, como si lo hacen la gran mayoría de los escudos de la provincia conquense y de España, sino que aparece coronado por una corona de marqués, una corona que representa un marquesado. Esto es algo que proviene de esa propiedad y relación de las tierras de Ledaña con el Marquesado de Villena, algo ya comentado más arriba. En la corona predomina el color dorado, símbolo de la nobleza, la riqueza, el esplendor, etc.

Por último, en cuanto a lo representado en el interior del escudo, encontramos varios campos:

  • El borde del mismo escudo, que aparece representado en color verde (simboliza la honra, el servicio, el respeto, etc.), alberga repetidamente el símbolo de la Orden de Santiago, por el papel que la orden militar y religiosa jugó en esta zona fronteriza durante la Reconquista, como protectora y afianzadora del territorio.
  • Al lado izquierdo, caracterizado por los colores blanco (simboliza la elocuencia, la pureza, etc.) y negro (simboliza la prudencia, la modestia, la ciencia, etc.), vemos representado uno de los dos bandos enfrentados en las cruzadas de la Reconquista, el musulmán. Este aparece representado con la silueta de un musulmán y una luna, un astro muy importante en la cultura de estos, ya que basan su calendario en ciclos lunares.
  • En el centro del mismo escudo encontramos una franja divisoria, representada en azul (simboliza la justicia, la lealtad, etc.) y amarillo, la cual alberga la palabra “limitania”. Esta palabra, como hemos visto anteriormente, daría lugar al nombre actual de nuestro municipio de Ledaña, haciendo referencia a un lugar de frontera entre ambos lados beligerantes, el cristiano y el musulmán.
  • Así, al lado derecho encontramos al otro bando, el cristiano, caracterizado por los colores rojo (simboliza la victoria, la fortaleza, etc.), blanco y amarillo. En este lado aparece representada la cruz cristiana y un castillo, el cual hace referencia a la Corona de Castilla, que será la que domine estos territorios una vez reconquistados.